Capítulo Cuarenta: Batman.

Narra Jessica.

Contemplaba la habitación de aquel hotel con una sonrisa imborrable en la cara incorporada en la cama, con la sábana cubriendo mi pecho, cuando sentí unos labios posándose sobre mi hombro desnudo. Giré levemente la cabeza para toparme con sus ojos marrones y su increíble sonrisa.

- ¿Cómo te sientes? –me preguntó en un susurro.

- Bien.-dije.- Muy bien.-rectifiqué sonriéndole. Juntamos nuestras frentes haciendo rozar mi nariz con la suya.- Gracias.-susurré.

- Te quiero.-me dijo él haciéndome sonreír. Acercó su cara a la mía para besarnos una vez más aquella noche.- ¿Crees que nos servirán la cena todavía? –preguntó sobre mis labios.- Tengo hambre.

- Eso es propio de Niall.-reímos. Me encogí de hombros respondiendo a su pregunta.- No sé, llama al servicio de habitaciones y pregunta. Yo mientras voy al baño.-asintió levemente con la cabeza mientras yo me agachaba, buscando mi ropa interior en el suelo de la habitación.- ¿Me la prestas? –le pregunté cogiendo su camiseta.

- Toda tuya.-respondió tumbándose en la cama para descolgar el teléfono de la mesilla. Intenté ponerme la ropa interior lo más rápido posible antes de deshacerme de las sábanas. Escuché su risa detrás de mí al ver lo difícil que me estaba resultando aquella “misión”.

- ¿Qué te hace tanta gracia? –pregunté seria.

- Vamos, acabo de verte hace un rato sin nada de ropa, no entiendo a qué viene ahora tanto secretismo.-dijo divertido alzando una ceja.

Narra Louis.

Me extrañó muchísimo ver en la pantalla del móvil que quién interrumpía una de mis posibles mejores noches era mi madre. Descolgué con el ceño fruncido, mirando a mi novia que me observaba aún tumbada en el sofá.

- Siento mucho llamarte a estas horas hijo.-sonó preocupada.

- ¿Qué ha pasado? –pregunté rápidamente. Ella y mis hermanas habían salido no sabía bien a donde.

- Es Fizzy, estaba jugando con las gemelas y se ha caído.-empezó a explicarme.

- ¿Pero está bien?

- Estamos en el hospital, la dolía mucho un brazo.

- Ahora mismo estoy allí.-dije inmediatamente.

- Siento haber interrumpido tu noche especial, Lou.-se disculpó nuevamente. Ella sabía perfectamente mi sorpresa.

- No te preocupes, mamá. Nos vemos ahora.-y colgué. Des me miró pidiendo que le contara qué había pasado.

- Te acompaño.-dijo mientras se ponía la camiseta. La imité, salimos de mi casa y nos montamos en mi coche.

El hospital no estaba muy lejos pero así llegaríamos antes. Cuando llegamos, nos encontramos con mis hermanas y mi madre en la sala de espera, minutos después, una enfermera apareció por la puerta que daba a un largo pasillo.

- ¿Parientes de Felicite Tomlinson? –preguntó y mi madre se colocó frente a ella rápidamente. Lottie y yo la seguimos mientras Des se quedaba con las gemelas.

Narra Gianna.

Quise evitarlo pero fue demasiado tarde. Nunca me había gustado llorar y menos en un sitio público donde todo el mundo pudiera verlo pero en esta ocasión había sido inevitable. Había sido como un acto reflejo al ver aquella horrible escena para mí. En el instante en que noté una de mis lágrimas recorrer mi mejilla, decidí que tenía que salir de allí de inmediato. Helen me miró victoriosa al pasar por su lado y escuché la voz de Harry llamarme a gritos pero seguí adelante, con el único objetivo de abandonar aquel lugar cuanto antes.

- Gia por favor, espera, deja que te explique.-dijo cogiéndome por el brazo derecho, haciéndome girar para quedar frente a él. Me había seguido repitiendo la misma frase o similares hasta mi casa.

- No necesito ninguna explicación, he visto suficiente.-dije intentando que la voz no se me quebrara antes de terminar de soltar mi frase.

- Pero es que.-dijo mirándome. Sus ojos me miraban con miedo.

- No digas que no es lo que parece.-le corté.- Déjame en paz Harry, he cometido un error pero tranquilo que no volverá a ocurrir. Jamás debí confíar en ti.-conseguí soltarme de su agarre apenas sin esfuerzo y metí la llave en la cerradura de mi casa.

Cerré la puerta intentando no despertar a mis padres que ya debían estar durmiendo y allí mismo me derrumbé sabiendo que llevaría mucho tiempo arreglar lo que se había roto dentro de mí.

Narra Liam.

- Liam, ¿puedes llevarme a casa? –me pidió.

Alcé la vista y comprendí el porqué de su petición a la que, obviamente, accedí encantado. Agarré su mano y busqué a alguno de los chicos para avisarle de que nosotros nos íbamos ya. Encontramos solamente a Niall que esperaba a que Rebecca regresara del baño sentado en la barra.

- ¿También os vais? –nos preguntó.

- ¿Cómo que también? –dijo Tay.

- Hace rato que no veo a Gia y Harry.-dijo.-

- Habrán ido a unirse al club de los otros cuatro.-bromeé yo y los dos reímos.

- Bueno, si no nos vemos mañana, hasta el lunes.-nos despedimos de él y salimos de allí.

Caminamos agarrados de la mano y en silencio hasta que llegamos a la puerta de su casa.

- ¿Estás bien, Tay? –le pregunté mirándola a los ojos. Ella sonrió.

- Sí.-susurró.- Es solo que.-sabía perfectamente qué iba a decirme así que no la dejé continuar.

- No tienes que tenerle miedo, ¿me oyes? No volverá a acercarse a ti, no se lo voy a permitir.-dije serio y ella asintió. La abracé con todas mis fuerzas, sabía que no estaba pasando por un buen momento.

- Te quiero muchísimo, Liam.-dijo aún resguardada en mi pecho. Besé su cabeza.

- Y yo a ti, amor.-besé sus labios a modo de despedida antes de verla entrar en su casa.

Narra Rebecca.

Nos habíamos separado un poco después de tomar algo juntos. Me dirigí al baño donde me encontré con Gia saliendo.

- Me voy rápido, he dejado solo a mi chico en el centro de la pista.-me dijo medio riendo.

- Corre, corre, no vaya a ser que te lo quiten.-bromeé con ella que me sacó la lengua a modo de respuesta a mi última frase.

Salí unos minutos más tarde para encontrarme con mi pequeño irlandés esperándome con dos bebidas sobre la barra. Me senté en una banqueta a su lado.

- Cuanto has tardado, ¿no? –dijo.- Estaba a punto de irme sin ti.-

- Pues no sé qué haces todavía aquí.-le seguí el juego.

- Esperar a que aparezca alguna chica guapa a la que ligarme.-recibió un golpe de mi parte y ahí acabó el juego.- Auh.-se quejó.

Seguimos charlando un rato, la mayor parte del tiempo de bobadas, hasta que decidimos que era hora de volver a casa. Me acompañó a la puerta como hacía desde que habíamos empezado a salir.

- ¿Tienes algo que hacer mañana? Podríamos ir a algún sitio los dos solos.-propuso.

- Tengo mil cosas que hacer para clase.-dije sintiéndolo.

- Bueno entonces, hagamos otra cosa.-dijo poniendo voz de interesante. Reí por ello.- ¿Qué te parece si vienes a casa por la mañana y estudiamos juntos?

- Cuando se te mete algo en la cabeza no hay nada que hacer, ¿eh?

- Quiero pasar la mañana contigo aunque sea rodeado de libros y apuntes.

Narra Zayn.

Me miró con una expresión bastante graciosa para mí. Puse los ojos en blanco y suspiré.

- Está bien, no miraré.-dije tapándome los ojos con las manos.

- No hagas trampas, Malik.-me amenazó. Negué con la cabeza y escuché cómo se movía intentando vestirse, deslicé ligeramente uno de mis dedos hacia abajo para poder observarla.- ¡Eres un tramposo! –se abalanzó sobre mí en ropa interior mientras me propinaba ligeros golpes en el brazo.

- Y tú eres preciosa.-

- Te odio.-dijo dándome un último golpe. Se levantó de la cama para dirigirse al baño de la habitación.

- Eso no me parecía hace un rato.-comenté divertido mientras marcaba el número de recepción. Su dedo corazón asomó por la puerta del baño en mi dirección y solté una carcajada.

Pedí la cena a una señorita que amablemente me atendió y me dijo que en diez minutos tendríamos lo que había pedido en nuestra habitación. Recogí los calzoncillos del suelo y me los puse junto con el pantalón.

- En un rato nos suben la cena.-dije asomándome al baño. Me la encontré mirándose en el espejo, con mi camiseta puesta y con sus mejillas teñidas levemente de rojo. Me miró sonriendo.- ¿Qué?

- Nada.-contestó antes de soltar un suspiro.

- Anda, suéltalo.-me coloqué tras ella, posando mis manos en su cintura.

- Me siento distinta.-confesó mirándome a través del espejo. Sonreí. Se encogió de hombros.- No sé, es una sensación extraña, ¿sabes? Pero a la vez estoy feliz, muy feliz y todo gracias a ti.

- No te haces una idea de cuánto te quiero.-susurré en su oído dejando después varios besos por su mejilla hasta llegar a su boca.

Narra Destiny.

Entre Louis y Lottie me contaron lo que la enfermera les había dicho acerca de Fizzy: estaba bien pero lo más probable era que se hubiera roto uno de los huesos del brazo izquierdo.

- Llevaos a las pequeñas a casa, no me gusta que anden por aquí.-nos dijo Jay.

- Yo me puedo quedar con ellas si quieres.-me ofrecí.

- Así me quedo yo contigo, mamá.-dijo Louis. Jay negó con la cabeza.

- Tú ve con ellas también.-le dijo.- No creo que tardemos mucho, solo tienen que hacerla una radiografía para asegurarse y cuando la escayolen volveremos a casa.-

Louis volvió a insistir un par de veces pero al final terminamos saliendo del hospital con Lottie y las dos gemelas. Les acompañé a casa y, tras varias peticiones de las dos pequeñas, accedí a quedarme a dormir allí después de avisar a mi madre con un mensaje de texto para que no se asustara al día siguiente. Entre Louis y yo leímos unos cuantos cuentos a las dos gemelas que insistían en no dormirse hasta ver que Fizzy se encontraba perfectamente pero al final, terminaron cayendo.

- Deberías irte a la cama tú también.-le dijo Louis a Lottie.

- Pero quiero quedarme con vosotros.

- Nosotros vamos a dormir también.-dije yo.- Ya has oído a tu madre, Fizzy está bien.-resopló resignada y tras besarnos a los dos en la mejilla, se metió en su habitación. Nosotros entramos en la de Louis.

- No tenía planeado terminar así esta noche.-dijo abrazándome desde atrás, ya tumbados en la cama.

Narra Harry.

Jamás debí confiar en ti. Sus últimas palabras antes de desaparecer de mi vista no salían de mi cabeza. Se repetían una y otra vez durante el camino hasta mi casa, cuando me quité la ropa y cuando me encontraba metido en la cama, intentando conciliar el sueño, algo que nunca llegó. No podía parar de darle vueltas. Me había comportado como un auténtico gilipollas. ¿Por qué demonios no me había apartado a tiempo? Decidí intentarlo de nuevo, pensando que quizás, en este par de horas que habían transcurrido desde lo ocurrido, ella hubiera pensado mejor las cosas. Cogí el móvil y le envié un mensaje.

“Gia, siento mucho lo que has visto pero te juro que no es lo que piensas. Sé que ahora mismo no querrás escuchar nada de lo que tenga que decirte pero por favor, creéme cuando te digo que te quiero. Necesito que hablemos de lo que ha pasado, cuanto antes, necesito explicártelo todo y que las cosas vuelvan a estar bien entre nosotros.”

Su respuesta fue casi inmediata pero no la que yo esperaba.

“¿Qué parte de “déjame en paz” no has entendido? No quiero saber nada más de ti así que por favor ni me llames ni me mandes mensajes ni me busques. Eso que había entre nosotros se ha terminado, tú te lo has cargado.”

Las lágrimas empezaron a bajar por mis mejillas, mojando la funda que cubría el almohadón. La había perdido. Para siempre.

Narra Taylor.

El sonido de mi móvil me despertó aquella mañana de domingo. Solté un gruñido al no encontrarlo en la mesilla de la izquierda. Me vi obligada a dejar la cama para llegar hasta él: se encontraba en el escritorio. Lo desbloqueé y sonreí al leer el mensaje que me esperaba.

“¿Estás mejor? ¿Sigues teniendo miedo a ese? Sí es así, te recuerdo que no deberías. Tienes a Batman a tu entera disposición. Te quiero.”

Le contesté y entre mensaje y mensaje pasé la primera media hora del domingo. Terminamos quedando para desayunar, él invitaba, así que me metí directamente en la ducha para arreglarme. Escogí unos pantalones negros, un jersey beige y unas botas a juego. Cogí el abrigo y bajé rápidamente para abrir a mi novio que me esperaba abrigado también en la puerta.

- Es raro que me dejes invitarte sin protestar.-dijo después de besarme. Me encogí de hombros.

- No está bien discutir desde primera hora de la mañana.-contesté riendo mientras me abrazaba por los hombros y caminábamos hasta alguna cafetería a desayunar.

Narra Niall.

Me levanté sobre las diez de la mañana, con el tiempo justo para desayunar algo y estar presentable para cuando Rebecca llegara a casa. Sobre las diez y media, sonó el timbre y me apresuré a abrir la puerta con las risas de mi madre de fondo.

- Buenos días.-la saludé. Nos besamos cortamente y la invité a pasar.

- Buenos días, Maura.-le dijo a mi madre que la saludó con un abrazo.

- ¿Has desayunado ya? –le preguntó. Ella asintió.

- Creo que pasaré a coger algo de comer.-comenté.- Ve subiendo tú.-le indiqué a Bec.

- ¡Pero si acabas de desayunar! –me regañó mi madre.

- Siempre tengo hueco para algo más.-dije señalándome la tripa y ella negó con la cabeza.

Cogí una caja de galletas que había en la despensa y subí a la habitación donde me esperaba mi chica sentada en mi silla de escritorio.

- Eh, me has robado el sitio.-protesté dando un mordisco a una galleta.

- Te aguantas.-me sacó la lengua y a partir de ahí empezamos una pequeña batalla de cosquillas.

Hola chicas, tal y como os dije ayer en Our Little Secret, estuve la semana pasada bastante liada por eso no subí. Espero que os haya gustado el capítulo, a mi personalmente, el gif de Harry me destroza pero bueno...así es como están las cosas ahora... Espero subir pronto. Muchas gracias.

Love,

Sarai.